25/05/2021

Somos una comunidad (de renacuajos)

Una familia nos cuenta su experiencia durante la excursión por la Cabilda organizada por Sigler@s Montañer@s

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He de reconocer que no somos habituales de la rutas de Sigleros Montañeros, bien por la edad de mi hija, bien porque el finde tiende a estar llenos de planes golosos, – y más ahora con tiempazo-, bien porque se nos ha disipado esta sensación de comuna que tenemos en el Siglo por culpa del COVID.

Pero qué bien sienta volver al gregarismo siglero, juntarse con las caras conocidas de otras rutas y del albergue, y volver a disfrutar de un momento rodead@s de un grupo al que pertenecemos.

Nos apuntamos a la ruta por la Cabilda, nos fuimos animando al ver familias conocidas que se unían, y fue un gran plan.

Es una ruta sencilla y circular, de 2km, donde los peques pueden perderse por la maleza e ir correteando, yendo y viniendo, bajo los árboles, bajo el Sol (menos mal que había nubecillas porque el sol ya pegaba fuerte) y sobre piedras, porque nada más molón que subir y bajar piedras por el camino, y si encima, llegas a una explanada de roca total dónde hay un tímido charco rebosante de renacuajos, pues para qué quieres más, ¡empirismo y diversión!

Fue un momentazo inesperado y maravilloso. Eran como gametos negros moviéndose nerviosos en una minicharca. De pronto un peque de 3 años se lanzó a coger uno, y ya fue el sumun de flipar cuando le vimos las 4 minipatitas y su colita aún de renacuajo. Algunas familias hemos sido naturalistas curiosos y metetes y nos hemos llevado algunos a casa con la excusa de que el charco se iba a secar… La idea parecía buena como experiencia para casa, pero yo ahora tengo 9 mini sapitos corredores que va a ser una buena broma si salen adelante…

Aclarar algo importante, habernos llevado los renacuajos tenía buena intención, pero hemos visto y aprendido que hemos intervenido en un proceso natural y los hemos sacado de su hábitat, por eso en cuanto tengan todos sus patitas volveremos exactamente al mismo sitio a liberarlos, que es donde tienen que estar, por mi parte voy a intentar aprender a no coger cosas y llevármelas a casa porque son muy monos o para salvarles la vida…

Y estos minisapitos nos acompañaron al árbol gigante muerto que estaba hueco y que era terrorífico e impresionante, a una fuente de agua fresquita y refrescante, y al yacimiento arqueológico de hace muchos muchos siglos. Era una aldea que encontraron al intentar ampliar el cementerio de Hoyo de Manzanares, donde aún se veían restos de casas y herramientas y donde nos estuvo contando muchos más detalles un papá del cole que es arqueólogo… Seguro que las familias con hij@s tranquil@s podrán aportar más información sobre estos detalles.

Y por supuesto, los minisapitos se vinieron a comer al campo que olía a limón y menta, a charlar, a ver volar las cometas y a tomar el sol en un domingo increíble lleno de mariquitas, bocatas y sigleros.

Es de agradecer la organización de Sigleros, que como siempre nos juntaron, nos organizaron, nos guiaron y fluyó todo de forma natural en una sinergia común. Es realmente bonito vernos en movimiento como una colmena y sin que haya que hacer ningún esfuerzo para recogernos de un momento de esparcimiento.

Marchamos y marchamos todos a una, se hace foto, pues nos colocamos todos a una, que nos vamos a comer y está el merendero a reventar, pues todos a una cogemos y nos vamos al prado de al lado a siglerizarlo y a hacer nuestro espacio, y nos vamos siguiendo y tan a gusto, porque hay algo común que nos atraviesa y nos une, es invisible, pero es fuerte, imagino que es lo que se llama ser una comunidad.

¡Gracias por el plan!

Monica Cuesta
(mamá de Eva de primero de primaria)

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