¡Pasajeros al tren!

El viaje comenzaba en la antigua y hermosa estación de Delicias. Allí nos adentramos, ayudados por varios guías, en el conocimiento de las viejas máquinas que, acompañadas por sus vagones, transitaron kilómetros y kilómetros buscando cumplir su misión.

Hicimos un recorrido por sus diferentes partes, desde la rueda de dirección, pasando por las ruedas de movilidad, la chimenea, el domo, el arenero, hasta llegar al hogar (lugar donde se guardaba el carbón). Pudimos observar la evolución de sus diferentes estructuras y diseños, además de los diferentes materiales empleados en su fabricación y escuchar cuáles eran sus modos de funcionamiento

Nos subimos a un Talgo, pero el revisor nos instó a bajarnos por no llevar billetes. ¡Lástima, lo hubiéramos disfrutado!

El viaje continuaba y decidimos montarnos en unos vagones para pasajeros, aunque algunos hubieran querido ir en otros destinados a mercancías, ¡Jeje!

Nos apeamos en una curiosa estación donde encontramos y contemplamos unas grandes maquetas con diferentes trenes y recorridos, pero no duró mucho la estancia en aquel lugar, ya que al grito de ¡pasajeros al tren! tuvimos que emprender camino hasta la última estación, donde nos esperaban para un interesante y entretenido taller, en el que unos minitrenes del futuro debían recorrer unas rutas determinadas.

Nos propusieron unos retos que debíamos lograr. Conseguir que el tren recorriera unas estaciones cumpliendo unas consignas marcadas que nosotros mismos situamos en las vías mediante unas fichas de colores con un chip incorporado, y siguiendo un código que previamente habíamos estudiado. ¡El progreso tecnológico a nuestro alcance!

Y aquí pusimos fin a este viaje que nos ayudó a acercarnos un poquito más a ese maravilloso medio de transporte, que es el tren.