10/05/2022

Los adolescentes después de la pandemia, ¿viven con más ansiedad?

Actualmente nos preguntamos si la pandemia ha incrementado los niveles de ansiedad en nuestros/as adolescentes y, si es así, ¿Qué podemos hacer?

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La cuestión de si los/as adolescentes viven con más ansiedad tras la pandemia es un aspecto de actual relevancia, tanto a nivel social, escolar como familiar. Según apuntan los datos, y como se refleja en el día a día, la situación de pandemia que hemos vivido estos últimos años ha aumentado de manera muy notable el número de adolescentes con ansiedad, pues según el Instituto Nacional de la Salud, casi de 1 de cada 3 adolescentes de edades comprendidas entre 13 y 18 puede sufrir actualmente un trastorno de ansiedad. La ansiedad es una emoción habitual entre las personas, pero que comienza a considerarse problemática cuando alcanza niveles elevados tales que incapacitan a la persona para llevar un desarrollo normal de su vida.

Aparte de la situación de pandemia, en el caso de las y los adolescentes existen otros factores que pueden contribuir a esta situación de ansiedad y que siempre han estado ahí, tales como la incertidumbre que les genera el mundo que les rodea, las frustraciones propias de la edad, los intensos y rápidos cambios que les caracterizan, la influencia de las redes sociales y su forma de relacionarse en ellas, etc. pero que ahora parecen verse sumados al estado actual de la sociedad tras la crisis sanitaria.

La ansiedad en adolescentes en niveles elevados afecta considerablemente al aprendizaje, reduciendo su eficiencia, ya que además de no permitir una adecuada disposición para el estudio, está demostrado que disminuye los niveles de atención, comprensión y almacenamiento de la información en la memoria, lo que conlleva a un deterioro en el rendimiento escolar. En ocasiones, éste es el síntoma más visible de la existencia de ansiedad y cuando aparecen bajos resultados académicos o ciertas dificultades escolares, pensamos que la solución puede venir de la mano de un mayor apoyo educativo, un refuerzo extra, un mayor y/o mejor hábito de estudio, más tiempo de dedicación o un incremento de la exigencia y el esfuerzo por parte del adolescente. Sin embargo, es importante ir un poquito más allá para poder encontrar las verdaderas causas de esta situación y afrontarlas de forma adecuada.

Como adultos/as debemos estar atentos a ciertos indicadores o señales que puedan estar ocurriendo en los/as adolescentes y que nos den una pista acerca de la aparición de niveles elevados de ansiedad. Estos indicadores pueden ser tanto de tipo físico (quejas o dolores recurrentes, cambio o dificultades en los hábitos de sueño y/o alimentación, inquietud o nerviosismo, problemas dermatológicos, molestias estomacales, tensión muscular, fatiga excesiva…), como de tipo emocional (mayor irritabilidad, sensación de agobio constante, existencia de crisis de ansiedad, lloros frecuentes, preocupaciones excesivas por temas menores, miedos…).

Ante estas situaciones, es importante establecer una adecuada comunicación con el/la adolescente sobre los aspectos que le pueden estar generando estrés y buscar de forma conjunta posibles formas de gestionar la situación, escuchando activamente y empatizando con su malestar, entendiendo que la situación actual puede estar influyendo en su vida mucho más de lo que pensamos: puede que la pandemia haya reestructurado su forma de relacionarse y entender la vida, que se hayan generado nuevos códigos de comunicación y relación entre los jóvenes a los que debe adaptarse sin referentes previos, etc. Todo ello requiere por nuestra parte de elevadas dosis ayuda que le permitan comprender e interpretar adecuadamente lo que le está pasando, evitando los sesgos o distorsiones cognitivas que suelen aparecer en estos casos, ayudándole a ajustar las expectativas propias, estableciendo unos adecuados límites que le protejan de los riesgos a los que puede estar expuesto y dedicando tiempo de calidad junto a él o ella, entre otros aspectos.

Esto demanda un acompañamiento incondicional desde el apego y la confianza por parte de los adultos, los cuales debemos gestionar nuestra ansiedad en primer lugar para poder ayudarles a gestionar la suya y, si fuera necesario, buscar ayuda profesional para quienes la necesiten.

En estos tiempos en los que hay aspectos que dificultan el desarrollo normal de nuestras vidas, debemos aceptar el reto de volver a construirnos y ayudar a quienes todavía están en ese proceso de construcción personal, así que ¡mucho ánimo con ello!

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