26/02/2022

Herramientas para lectoescritura y disgrafía

Desde el departamento queremos enseñaros a sacar más partidos a las regletas de Cuisine. Este material está orientado a trabajar la lógica-matemática pero hoy queremos enseñaros algunos trucos para trabajar la lectoescritura y disgrafía.

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En el post de hoy queremos enseñaros algunas de las muchas posibilidades de uso de las regletas de Cuisine. Este material llegó a la educación con múltiples objetivos. Son más conocidas por su uso en la etapa de infantil para la enseñanza de colores, formas, medida…En cursos superiores Primaria y ESO se puede usar para manipular conceptos hasta ahora abstractos, como el sistema métrico, equivalencias, fracciones…Todos estos usos comparten una eje en común, la enseñanza de las matemáticas. Pero, más allá de este fin, se pueden encontrar otros usos enfocados desde otra perspectiva, como la enseñanza de la lectoescritura.

Durante las primeras etapas del desarrollo motriz el niño aprende a controlar los trazos verticales y horizontales, lineales y circulares. Es por ello que tener de referencia cada una de las regletas, le ayudará a ejecutar esos trazos de manera continuada. Cuando ha alcanzado un grado maduración suficientemente es capaz de adaptar esos trazos a un determinado espacio (folio, cuaderno…). En la disgrafía éste último paso se ve alterado por dificultades en destrezas motrices, en el aprendizaje de la lengua escrita, dificultades perceptivas…

Desde el departamento de orientación estamos usando esta herramienta en este tipo de intervenciones con el objetivo de trabajar todas estas habilidades durante la lectoescritura. El alumno puede intuir el tamaño y altura de las palabras con las diferentes regletas o diferenciar las diferentes extensiones dependiendo del tipo de palabra. A veces nos encontramos con errores en la fragmentación de un enunciado y viendo uniones de nexos que dificultan la cohesión y coherencia del texto y al final su comprensión. Son problemas como por ejemplo la unión de “ de la” o “ en el”. Con el apoyo de las regletas el alumno manipula los elementos que componen la frase para tomar conciencia del número de palabras, su extensión y características (habilidad propia del metalenguaje). Al ser un ejercicio activo, el alumno es quien planifica y controla sus decisiones. En cursos más tempranos como primero y segundo de primaria, se trabaja la conciencia fonológica y silábica. Cada regleta equivale a una parte de la palabra, puede ser una sílaba o una letra. De esta manera el alumno identifica cada elemento otorgándole el valor que le corresponde. Si la regleta más pequeña (1 unidad) es la blanca, ésta será la representación de una letra, y la regleta roja, compuesta por dos blancas, será una sílaba.

Este refuerzo sensitivo ayuda a afianzar el aprendizaje y motivar a nuestros alumnos. La propia estructura de la actividad incita a controlar la escritura de una manera mucho más consciente y aborda indirectamente esa adaptación caligráfica al espacio ofrecido.

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